Sin sorpresa
De regreso del supermercado, lo primero que vio la señora Smithfield al entrar a su casa fueron los restos de su marido, que se había volado la tapa de los sesos. Sin inmutarse, atravesó el salón principal rumbo a la cocina, donde se dedicó a guardar en el refrigerador y en los diversos estantes los productos de su compra.
¿Cómo pudo ser?